Castillos de La Rioja, Fortalezas entre Viñedos

Además de sus bodegas, la región esconde una historia escrita en piedra. Los castillos de La Rioja guardan todas sus vivencias de siglos protegiendo las fronteras de los ataques enemigos. No lo dudes más, anímate a visitar estas tierras que no te dejarán indiferente.

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Orígenes de los castillos en La Rioja

Para entender por qué La Rioja está salpicada de castillos, debemos mirar un mapa de la península en la Alta Edad Media.

La región no era entonces la tranquila tierra de viñedos que conocemos hoy, sino una codiciada y conflictiva tierra de frontera. Durante los siglos XI, XII y XIII, este territorio se convirtió en el tablero de juego estratégico donde chocaban las ambiciones de dos reinos en plena expansión, los de Castilla y Navarra.

El río Ebro, más que una frontera natural, era una arteria vital y una línea de tensión constante.

La necesidad que originó estas fortalezas fue, por tanto, puramente militar y de control. Los reyes castellanos impulsaron la construcción de una línea defensiva para vigilar y repeler las incursiones navarras.

Los castillos comenzaron a erigirse en puntos geográficos clave, sobre cerros elevados (llamados cerros testigo), en riscos escarpados y en lugares que dominaban los vados y puentes del río Ebro, así como las principales rutas comerciales.

No se trataba solo de defender, sino de proyectar poder. Un castillo en un altozano era una declaración visible de quién controlaba esa tierra, sus gentes y, por supuesto, su incipiente riqueza agrícola.

Fortalezas como las de Davalillo o San Vicente de la Sonsierra (esta última cambiando de manos varias veces) son el ejemplo perfecto de estas atalayas de vigilancia, centinelas de piedra cuya misión era garantizar la seguridad de la frontera.

Historia y evolución de estas fortificaciones

Partiendo de esos orígenes que te acabamos contar, su evolución es un fiel reflejo de la propia historia de España, adaptándose a las cambiantes necesidades de una sociedad en constante transformación.

En sus inicios, muchas de estas defensas eran simples torres de vigilancia o atalayas de madera, construidas rápidamente para responder a una amenaza inminente.

Con la intensificación del conflicto fronterizo entre Castilla y Navarra, estas estructuras primitivas dieron paso a los imponentes castillos roqueros (de piedra) entre los siglos XII y XIII. Eran fortalezas puramente funcionales, con gruesos muros, pocas aberturas y una clara vocación militar.

Su diseño buscaba la máxima capacidad defensiva, aprovechando la orografía para hacerse casi inexpugnables, como es el caso del castillo de Clavijo. A mí me impresiona ver cómo se adapta al cerro sobre el que lo construyeron.

A medida que la frontera se pacificó y, finalmente, desapareció con la incorporación de Navarra a la Corona de Castilla en el siglo XVI, la función de los castillos cambió radicalmente. La necesidad defensiva dio paso al deseo de ostentación y comodidad.

Las fortalezas militares se transformaron en castillos-palacio residenciales. Los señores nobles ya no necesitaban un bastión de guerra, sino una residencia acorde a su estatus. Se abrieron grandes ventanales, propios del estilo gótico, se construyeron salones más amplios y las torres perdieron su agresividad para ganar en elegancia.

El castillo de Sajazarra es el ejemplo claro de esta transición, un castillo de cuento que habla más de poder nobiliario que de guerra.

Con la llegada de la Edad Moderna y la centralización del poder, la mayoría de los castillos perdieron toda su utilidad, siendo abandonados y cayendo en la ruina hasta su redescubrimiento como patrimonio histórico en el siglo XX.

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Arquitectura y estilos de los castillos riojanos

Ahora que ya te hemos contado la evolución de estos castillos, entenderás que sus cambios en estilo se adaptaron a sus nuevas funciones y a la época que les tocó vivir.

La arquitectura de los castillos de La Rioja es eminentemente práctica, marcada por su función militar y su perfecta adaptación a un terreno a menudo abrupto.

El estilo predominante es el románico tardío y el gótico inicial, caracterizado por la sobriedad, la robustez y la ausencia de grandes ornamentos. La belleza de estos castillos no reside en la decoración, sino en la pureza de sus volúmenes y en la inteligencia de su diseño defensivo.

A mí, personalmente no deja de impresionarme la robustez de muchos de ellos. Incluso viéndolos en ruinas la notas.

Una de sus características más distintivas es su condición de castillos roqueros. En lugar de construir en un llano, los ingenieros medievales aprovecharon formaciones rocosas naturales como cimientos y parte integral de la defensa.

El castillo de Arnedo es un caso espectacular. Con sus estructuras excavadas directamente en la montaña de roca arcillosa, creando pasadizos y estancias subterráneas. De igual manera, el de Clavijo se fusiona con el risco sobre el que se asienta.

En cuanto a su estructura, solían contar con una sólida torre del homenaje, el último bastión de defensa y símbolo del poder del señor. No faltaba un patio de armas central y una muralla almenada, a menudo reforzada con cubos o torres más pequeñas.

El material por excelencia es la piedra de sillería, bien trabajada en los muros principales, y la mampostería para rellenos.

Con el paso al siglo XV, algunos castillos adoptaron formas más refinadas del gótico, convirtiéndose en residencias palaciegas. Eran otros tiempos y las necesidades cambiaron.

El castillo de Sajazarra, con su elegante torre del homenaje, sus torrecillas angulares y su armonioso conjunto, o el de Cornago, con su imponente estampa, son los mejores ejemplos de esta evolución hacia una arquitectura más señorial y menos guerrera.

Castillos de La Rioja para conocer

Adentrarse en un castillo riojano es realizar un viaje sensorial en el tiempo. Al cruzar sus puertas, lo primero que suele impresionar al visitante es la amplitud del patio de armas. Desde aquí, la vista se eleva hacia las murallas y, sobre todo, hacia la torre del homenaje, el corazón de la fortaleza.

Hoy en día, algunos de estos castillos permiten recorrer el adarve, el pasillo que recorre la parte superior de la muralla, ofreciendo las mismas vistas panorámicas que vigilaban los centinelas hace siglos. Además, se pueden explorar otras estancias como los aljibes (depósitos de agua subterráneos, vitales para resistir un asedio) o los restos de las antiguas cocinas y aposentos.

E pongo unos ejmplos, en el castillo de Arnedo, tienes la posibilidad de ver las galerías y cuevas excavadas en la roca bajo la propia fortaleza, un auténtico laberinto que sirvió de refugio y almacén.

Un estilo muy distinto es el que ve en el castillo de Sajazarra, que experimentó esa evolución de la que hablamos y es más un palacio con sus estancias nobles y una estructura residencial casi intacta.

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Batallas y hechos históricos

Como estructuras defensivas que eran, son muchas la batallas que se libraron en torno a ellos.

Si bien los muros de los castillos riojanos fueron testigos de incontables escaramuzas fronterizas, hay un nombre que resuena con la fuerza de leyenda en la historia de España, Clavijo.

Es en las inmediaciones de su castillo donde la tradición sitúa la mítica Batalla de Clavijo en el año 844. Según el relato, el rey Ramiro I de Asturias se enfrentó a las tropas de Abderramán II. En el momento más crítico, se apareció el Apóstol Santiago a lomos de un caballo blanco, inclinando la balanza a favor de los cristianos.

Esta batalla, aunque su historicidad es muy debatida, fue fundamental para crear la figura de Santiago Matamoros, patrón de España.

Más allá de la leyenda, la historia real de la región estuvo marcada por la tensión constante entre Castilla y Navarra. Fortalezas como Davalillo y San Vicente de la Sonsierra fueron peones clave en estos conflictos.

Se asediaron, se conquistaron y se usaron como moneda de cambio en tratados de paz. Fueron el escenario de la «guerra de baja intensidad» de la Edad Media, con incursiones rápidas para saquear el territorio enemigo.

Estos castillos no participaron en las grandes batallas de la Reconquista como otras fortalezas del sur, pero su papel fue crucial para definir y consolidar una de las fronteras internas más importantes de la península durante más de dos siglos.

Usos actuales, actividades, eventos…

Por suerte para los que amamos los castillos se les han encontrado otros usos que rentabilizan su caro mantenimiento lejos de ser meras ruinas silenciosas.

Superada su función militar y residencial, se han reinventado como focos de cultura, turismo y desarrollo local, convirtiéndose en uno de los principales atractivos de la región más allá del vino.

  • Centros de interpretación y museos: fortalezas como la de Arnedo o Cornago aprovechan sus espacios para albergar pequeños museos o centros que explican su propia historia y la de la comarca, ofreciendo un contexto educativo a la visita.
  • Eventos culturales y festivales: sus patios de armas y explanadas son escenarios inmejorables para conciertos de verano, representaciones teatrales y, sobre todo, mercados medievales.
  • Integración en el enoturismo: por ejemplo, el castillo de Cuzcurrita de Río Tirón del siglo XV está integrado en una bodega donde los visitantes pueden disfrutar de una cata de vino a los pies de una torre medieval.

Esta revitalización es fundamental para la economía local y son la prueba de que conservar el patrimonio no es un gasto, sino una inversión que enriquece culturalmente y genera oportunidades económicas.

Descubre La Rioja a través de sus castillos

Las fortalezas destacadas en La Rioja

Sin ánimo de ser exhaustivos, estos son cuatro de los castillos de La Rioja que no puedes perderte.

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Castillo de Davalillo: centinela del Ebro, esta fortaleza heptagonal vigila un mar de viñedos desde su cerro. Aunque en ruina consolidada, su silueta es una de las imágenes más icónicas de La Rioja. Sus vistas panorámicas y su importancia estratégica en la frontera con Navarra resumen la esencia de la región.

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Castillo de Arnedo: fusionado con la montaña rojiza que domina la ciudad, este castillo es pura adaptación al terreno. Lo más sorprendente es su interior, con una red de cuevas y pasadizos excavados en la roca.

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Castillo de Sajazarra: en contraste con los anteriores, Sajazarra es un castillo perfectamente conservado que te muestra la evolución de fortaleza a palacio señorial. Su elegante torre del homenaje y su armonioso conjunto lo convierten en uno de los más bellos y fotogénicos de España.

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Castillo de Clavijo: más importante por su leyenda que por sus restos actuales. Este es el escenario de la mítica batalla donde se apareció el Apóstol Santiago. Visitar sus ruinas es conectar con una de las leyendas fundacionales de España. Sin duda un lugar de enorme carga simbólica.

Preguntas frecuentes

¿Cuántos castillos hay en la Rioja?

¿Qué época es la mejor para visitar los castillos riojanos?

Resumen
Castillos de La Rioja, Fortalezas entre Viñedos
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Castillos de La Rioja, Fortalezas entre Viñedos
Descripción
Conoce los 🏰 Castillos de La Rioja 🏰 fortalezas encaramadas del paisaje que defendieron las fronteras interiores

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