Castillos de Cantabria, Historia Viva entre Mar y Montañas

Entre acantilados, montañas y el mar, los castillos de Cantabria emergen como guardianes silenciosos de caminos y valles. Cada una de sus piedras milenarias, cuenta historias de disputas, linajes y batallas. Descubre la magia y los secretos tras sus muros, te van a emocionar.

bandera cantabria

Orígenes de los castillos en Cantabria

La aparición de castillos en Cantabria responde a la necesidad de protección y control territorial en una región marcada por su orografía montañosa y una costa vulnerable a incursiones.

Aunque hay indicios de torres de vigilancia del siglo VII, estas fortificaciones, surgidas entre los siglos XII y XIII, buscaban proteger poblaciones costeras y controlar los caminos hacia el interior.

Surgieron tanto para defenderse de enemigos externos, piratas, señores rivales, invasiones, como para ejercer el dominio del territorio por parte de la nobleza y la realeza.

Todo ello impulsó la construcción de fortalezas defensivas, especialmente en la costa (como Castro Urdiales o San Vicente de la Barquera) y en pasos montañosos (como Argüeso).

Historia y evolución de estas fortificaciones

Como en muchos otros casos, la historia de los castillos en Cantabria refleja la transformación de una tierra que siempre fue frontera y sus cambios no dejan de ser reflejo de las necesidades del momento.

Durante la Edad Media, los reinos de Castilla y León necesitaban proteger sus rutas de paso hacia la meseta, puertos estratégicos y zonas de repoblación.

Así surgieron muchas torres señoriales y castillos, primero como simples estructuras militares levantadas en piedra o madera y situadas sobre rocas o junto a las desembocaduras de ríos. ¡Había que proteger el comercio!

Con el paso de los siglos, estas construcciones fueron adaptándose a nuevas funciones.

En los siglos XIII y XIV, los castillos de costa como el Castillo del Rey de San Vicente de la Barquera adquirieron mayor relevancia porque servían tanto para vigilar la entrada de barcos como para proteger a la población en caso de ataque marítimo.

A otros, se les buscó otra función, como la de convertirse en faro, caso este el del castillo-faro de Santa Ana en Castro Urdiales.

Descubre los castillos de Cantabria

Al mismo tiempo, en el interior de la región, fortificaciones como el Castillo de Argüeso evolucionaron desde torres independientes hasta un complejo con dos torres unidas y un patio central, símbolo del poder feudal de la comarca.

A partir del siglo XV, con el auge de los linajes cántabros y la relativa pacificación de los territorios, muchas fortalezas comenzaron a reconvertirse en torres-palacio.

El carácter militar se redujo y se incorporaron elementos residenciales y ornamentales, como se aprecia en el palacio de Riva-Herrera en Santander, que conserva su torre medieval, pero la integra en un conjunto palaciego más residencial.

En la Edad Moderna, la artillería cambió por completo la función defensiva de estas construcciones. Algunas quedaron en desuso o fueron desmanteladas, mientras que otras se reaprovecharon como cárceles, almacenes o sedes administrativas.

Durante las Guerras Napoleónicas y más tarde en la Guerra Civil, varios castillos cántabros volvieron a tener uso militar, aunque con un valor más simbólico que efectivo.

A día de hoy se les ha encontrado otras funciones como ser lugares de exposiciones, encuentros culturales y otras actividades lúdicas que permiten su conservación para nosotros y generaciones futuras.

Arquitectura y estilos de los castillos riojanos

El repertorio arquitectónico de los castillos cántabros es variado, con una clara evolución desde recintos fortificados sencillos y torres compactas, hasta castillos complejos y adaptados a la topografía.

El “gótico montañés” es el estilo dominante. Muros gruesos, pocas ventanas y sólida sobriedad. Destacan los castillos de Argüeso y San Vicente de la Barquera, ambos con torres de planta cuadrada o, en el caso de Argüeso, casi gemelas y unidas por cuerpos almenados.

En costa, como en el castillo de Santa Ana (Castro Urdiales), las plantas roqueñas se adaptan a peñascos, con impresionantes vistas al mar y almenas que desafían las alturas.

Las torres-defensivas proliferan por toda la región, constituyendo una tipología singular y más doméstica, la torre del Infantado en Potes o la torre de don Borja en Santillana del Mar son ejemplos representativos.

Castillos de Cantabria para visitar

Aunque cada fortaleza tiene su propia personalidad, existen elementos comunes que suelen repetirse. Lo más característico son las torres del homenaje, siempre imponentes, que servían como centro de mando y punto de vigilancia.

A su lado destacan las murallas almenadas, desde las que se protegía el recinto y se observaban los movimientos del enemigo.

Los patios de armas eran lugares de refugio y donde se organizaba la vida cotidiana, mientras que en las salas nobles se decidían los asuntos propios del gobierno de la zona.

Algunas fortificaciones conservan además mazmorras y calabozos, un recordatorio de la dureza de aquellos tiempos. Estos espacios, hoy visitables, permiten al viajero imaginar cómo se desarrollaba la vida en la Edad Media.

Un tema importante que me gustaría destacar es que en Cantabria se aprecia bien la diferencia entre castillos de costa y castillos de interior.

Los primeros estaban pensados para vigilar la entrada de barcos y proteger la villa marinera de asedios marinos, por eso presentan murallas que se abren al mar. En cambio, los castillos de interior, se levantaban en puntos estratégicos de los valles, adaptándose a la orografía.

Y para completar esta diferencia, no olvides tampoco los castillos residencia, como la torre del Infantado de Potes, convertida en espacio cultural que muestra cómo estas construcciones evolucionaron hacia residencias señoriales.

Otro ejemplo similar, el Castillo de San Vicente de Toranzo, que conserva su carácter de torre de vigilancia rural, más austera pero igual de destacable.

En conjunto, visitar los castillos de Cantabria es descubrir espacios que combinan el carácter defensivo medieval con la belleza de su entorno, ya sea mirando al Cantábrico o hacia los valles interiores.

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Batallas y hechos históricos

En Cantabria, ciertos castillos fueron vértebras estratégicas en conflictos reales, no meros espectadores pasivos. Te cuento unos ejemplos de ello.

El castillo de San Vicente de Argüeso fue escenario de conflictos entre linajes como los Vega y los Manrique de Lara, en los últimos siglos de la Edad Media.

Según fuentes históricas, Doña Leonor de la Vega, apodada “la leona de Castilla”, defendió activamente la fortaleza en un contexto de disputas territoriales.

Este castillo fue, además, centro administrativo del Marquesado de Argüeso.

Durante la Guerra de la Independencia (1808–1814), Cantabria fue escenario de múltiples episodios bélicos y un protagonista fue el castillo de Castro-Urdiales, localidad tomada por las tropas francesas tras un fuerte asedio.

Tampoco olvidemos las luchas entre linajes locales, como la guerra civil entre las familias Giles y Negretes en los alrededores del castillo de Quintana en Soba.

Con el paso de los siglos, las fortificaciones evolucionaron, el Castillo de Corbanera, construido en 1874 en Santander, fue elemento principal de defensa ante la Tercera Guerra Carlista, y las torres urbanas protegieron ciudades durante la Guerra Civil española.

Usos actuales, actividades, eventos…

Hoy en día, los castillos cántabros han dejado de ser fortalezas militares para convertirse en auténticos escenarios culturales y turísticos.

Uno de los usos más habituales es su función como museos y centros de interpretación, donde se exponen piezas arqueológicas, paneles didácticos o recreaciones históricas.

El castillo de San Vicente de Argüeso, por ejemplo, acoge exposiciones temporales y actividades escolares que permiten a los más jóvenes conocer de cerca la vida medieval.

También son escenario de eventos culturales como conciertos, representaciones teatrales o recreaciones históricas. El castillo del Rey en San Vicente de la Barquera organiza con frecuencia actividades relacionadas con la historia marítima y el pasado medieval de la villa, convirtiéndose en un punto de encuentro para la cultura local.

Mi familia y yo vimos allí una exposición muy bonita sobre el pasado pesquero de San Vicente.

A su vez, muchos castillos han sabido reinventarse como sedes de ferias y mercados medievales, donde se recrea el ambiente de la época con artesanos, gastronomía tradicional y espectáculos para toda la familia.

En conjunto, los castillos de Cantabria no son únicamente monumentos del pasado, se han convertido en motores de dinamización económica y cultural, integrando historia y entretenimiento.

Ya ves que merece la pena conservarlos para nuestras próximas generaciones.

Un paseo por los castillos cántabros

Las fortalezas destacadas en Cantabria

Sin intención de ser exhaustivos, veamos algunos de los castillos más representativos de la región, algunos a los conoces de apartados anteriores.

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Castillo del Rey (San Vicente de la Barquera): En pleno casco histórico y elevado sobre roca, esta fortaleza del siglo XIII domina la bahía con una torre cuadrada y otra pentagonal, ahora museo.

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Castillo de Argüeso: Emblemático “castillo roquero” del siglo XIII, con dos torres conectadas y restaurado como centro cultural. Ofrece vistas que te quitarán el aliento del valle de Campoo.

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Castillo de Santa Ana (Castro Urdiales): Fortaleza-faro del siglo XII, con planta pentagonal y torreones redondos. Ofrece vistas al mar y sirve de guía a los marineros.

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Torreón de Cartes: Renovada como torreón de la física, es una casa-torre gótica del siglo XV reconvertida en museo didáctico.

Preguntas frecuentes

¿Cuántos castillos se pueden visitar en Cantabria?

¿Cuál es el castillo mejor conservado de Cantabria?

¿Cuál es la mejor época del año para visitar los castillos cántabros?

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Castillos de Cantabria, Historia Viva entre Mar y Montañas
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Castillos de Cantabria, Historia Viva entre Mar y Montañas
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Sorpréndete con los 🏰 Castillos de Cantabria 🏰 fortalezas centenarias entre verdes valles y el mar Cantábrico.

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